A Revólver, a Carlos Goñi, lo asociamos a pulsión rockera, a canciones urbanas, a guitarras eléctricas, a medios tiempos matadores... Así ha sido en una carrera que suma ya más de veinte años y una docena de discos. Su trayectoria muestra una evidente inquietud musical que le lleva a otear en horizontes que, a priori, podrían resultar ajenos a quien se ha educado en la tradición del rock. Hoy presentan su nuevo disco, Argán (nombre de un árbol que sólo crece en determinadas zonas de Marruecos y del que se extrae un aceite único; los bosques de argán son ya Patrimonio de la Humanidad). Goñi ha viajado hasta Marrakech para dar forma a un álbum que ha tenido mucho de aventura musical, de experiencia inédita con la que probar nuevos sonidos que no pierden la necesaria tensión que todo creador necesita para seguir creciendo. Las letras son los habituales textos de Carlos en los que el lado humano de la vida cobra protagonismo, donde la conciencia social se cuela en cada verso. Ahora con un mirada lúcida hacia ese límite, la frontera cultural y física, que separa dos mundos mucho más próximos de lo que aparentan.